lunes, 20 de abril de 2009



¿Por qué existo?
Es claro que nuestra existencia no es en vano, en el fondo, todos lo sentimos así. Sabemos que hay algo más y que debe haber una razón importante para estar vivos. Realmente SÍ hay una buena razón para estarlo, solamente que cuando buscamos la respuesta, solemos quedar en puntos suspensivos. Los seres humanos vivimos en un estado de insatisfacción permanente. Deseamos tener siempre algo más de lo que ya tenemos. Solemos ver el vaso medio vacío en lugar de medio lleno y pensamos que todo debe cambiar para poder al fin ser felices. Creemos que al obtener ciertas cosas materiales, una relación de pareja determinada, un cargo importante o una apariencia física diferente, podremos vivir tranquilos por el resto de nuestros días y ser admirados por quienes nos rodean. El estado que nos procura alcanzar cualquier objetivo de orden material puede ser de gran satisfacción y sin duda le aporta mucho a nuestra experiencia de vida, sin embargo el estado de emoción que se manifiesta es momentáneo. Qué hacer entonces para lograr que ese mismo estado sea más duradero? El estado de insatisfacción y ansiedad que nos lleva a creer que todo para alcanzar la felicidad está fuera de nosotros y que debemos ir a buscarlo en cosas materiales o en personas, se debe al no saber con claridad QUIÉNES SOMOS y por qué ESTAMOS AQUÍ. Existe un aspecto que es el más puro de nuestra esencia como seres humanos. Todos estamos en la capacidad de descubrir cuál es nuestra razón se ser y cuál nuestro verdadero Yo. Cuando lo logramos, entendemos lo que somos y dejamos de lado los comportamientos que hemos adquirido, a veces sin querer, para sobrevivir en la sociedad y pasar la prueba de ser aceptados. Al descubrir nuestra verdadera esencia y nuestras virtudes innatas, empezamos a aceptarnos a nosotros mismos y nos damos cuenta de lo valiosos que somos y de lo perfectos que hemos sido creados. Este reconocimiento permite al ser humano aceptarse con amor y querer a los demás de manera incondicional. El reconocimiento del Yo apaga la agitación de la mente, erradicando de nuestro pensamiento el estado de juicio, de autocrítica negativa y de crítica hacia los demás y hacia el entorno. La mente se tranquiliza y la paz empieza a invadir nuestro ser agudizándose cada vez más con el paso de los años. Si la mente está tranquila, se entra en un estado de contemplación permanente que genera cambios positivos en la manera de ver y vivir la vida permitiéndonos vivenciar todos los días la realización de nuestros sueños y deseos más profundos. Cuando tu estado de vida sea en todos los aspectos armonioso y equilibrado te empezarás a dar cuenta de lo valiosa que es tu existencia. Podrás descubrir tus talentos únicos y ponerlos al servicio de la humanidad y de tu paz permanente. Es un camino seguro al cual, si así lo deseas, antes de que te des cuenta ya estarás recorriéndolo. Donnacia Editor.

No hay comentarios: